La artroscopía es un procedimiento mínimamente invasivo que permite visualizar el interior de las articulaciones para realizar un diagnóstico y así llevar a cabo un tratamiento si es necesario.

Debe realizarse en un quirófano con las medidas de asepsia adecuadas y bajo anestesia, permitiendo que en la mayoría de los casos el paciente se retire a las pocas horas de haber finalizado.

Este tipo de técnica permite acortar el postoperatorio haciéndolo menos doloroso y disminuyendo incluso el riesgo de infecciones de la herida quirúrgica.